Con una dedicación única, el juninense Martín Arce transformó su pasión en un arte que va más allá de la técnica. En una entrevista con TN, contó cómo el respeto y la conexión profunda con la naturaleza pueden transformar la práctica en algo espiritual.
Creció viendo Karate Kid y hoy tiene más de mil bonsáis en su casa: “Me siento conectado con ellos”
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De chico quedó fascinado por los bonsáis tras ver Karate Kid. Hoy, con más de mil especies en su casa, asegura que las plantas le responden: «Es una conexión espiritual».
El arte del bonsái ha cautivado a generaciones enteras, transmitiendo una enseñanza profunda sobre el tiempo, la paciencia y la armonía con la naturaleza. Para muchos, es solo un árbol en miniatura, pero para otros, como Martín Arce, es una pasión que se vive día a día y que transforma la manera de ver el mundo.
“El bonsái no es solo una planta, es una filosofía de vida”, asegura con convicción. “Es un arte que te enseña paciencia, constancia y a respetar los tiempos de la naturaleza”. Desde hace años, cultiva bonsáis en el patio de su casa en Junín, en la provincia de Buenos Aires, con dedicación y amor.
Martín Arce inauguró la Casa del Bonsái en 2016 y hoy tiene más de mil especies.
“La primera vez que vi un bonsái fue en la película Karate Kid. Quedé shockeado, alucinado con esa técnica, y supe que la iba a practicar”, contó a TN.
“Uno tiene un bonsái en el patio de su casa y no se da cuenta. Está un árbol compactado hace 20 años, y con un poco de diseño, de poda, ahí hay un ejemplar alucinante, para explicarlo de un modo simple”, dijo.
Para Martín, el mundo del bonsái representa “estar tranquilo, conectar con la naturaleza. Es Un espacio para desconectar, respirar y sumergirse en la paz que nos brinda la naturaleza”.
“Al convivir con más de mil bonsáis, para mí son como almas. El bonsái te transmite y se genera un vínculo mucho más profundo que con otros árboles. Me siento conectado con ellos, con su pensamiento, me responden”, afirmó.
“El árbol va entendiendo que es bonsái. Le tenés que enseñar. Cuando son muy pequeños, por ahí no lo saben. Se reducen las hojas, se adapta al recipiente, y esa es la señal de que el procedimiento está funcionando”, indicó.
“Se torna espiritual cuando uno tiene un respeto por lo que hace”, graficó.
Para Martín Arce, los bonsáis no solo son plantas, sino almas que transmiten energía y establecen un vínculo único con quien los cuida.
“Te enseña a ser paciente”
El bonsái no es una actividad que brinde resultados inmediatos, y quizás ese sea su mayor desafío. En un mundo donde todo parece ir a máxima velocidad, este arte enseña que el tiempo es un aliado y no un enemigo. “Vos podés ver a un bonsái y decir ‘qué lindo’, pero detrás hay años de trabajo, de errores y aciertos. Te enseña a ser paciente, a no apurarte y a aceptar que no siempre podés controlar todo”, reflexionó Martín.
Con cada poda y cada alambre que coloca con precisión, comprende que cada árbol tiene su propio ritmo de crecimiento. “Hay veces que querés que un árbol tome una determinada forma, pero la naturaleza te dice ‘no, va por otro lado’. Y ahí es donde aprendés a respetarlo”, explicó.
«No es un adorno, no es un mueble. Es algo que está vivo. Y como está vivo, necesita cuidados, atención y respeto”, destacó.
“Es un microemprendimiento, pero no desde el lado comercial, sino desde el amor a este arte milenario”, contó.
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A diferencia de otras actividades, el bonsái no requiere grandes espacios ni herramientas costosas. “No necesitás un campo para hacerlo, podés hacerlo en un departamento, en un patio chiquito. Con paciencia y dedicación, cualquiera puede empezar”, dijo.
Y, aunque suene sorprendente, ve un vínculo entre el bonsái y la famosa película de los años 80, Karate Kid. “Si mirás la película, el señor Miyagi usaba el bonsái como un símbolo. No era solo un árbol, era una lección de vida. Es lo mismo que me pasa a mí. No es un objeto, es una enseñanza”, comparó.
El bonsái le ha permitido encontrar una paz que muchas veces es difícil de alcanzar en el día a día. “Cuando me levanto y veo mis árboles, me doy cuenta de que tienen un propósito. Y yo también”, concluyó con una sonrisa.