En un escenario dramático, Sergio Massa llega a sus deseado superministerio con los desafíos urgentes de ajustar el gasto público, acumular reservas y desactivar una bomba monetaria sin precedentes.
Desafíos para Massa: ajustar el gasto, acumular reservas y empezar a desactivar la bomba monetaria
Para ello tendrá casi la suma de los espacios de poder clave del Gabinete Nacional, y sólo le faltaría colocar a un hombre de su confianza la Cancillería y a otro al frente del Banco Central.
Antes de asumir, el mercado lo recibió con buena sintonía, con baja de los dólares blue y financieros, caída del riesgo país y alzas en la cotización de bonos soberanos.
El crédito está abierto, pero el margen de error tiende a cero, en una Argentina plagada de desequilibrios que se fueron agudizando durante la gestión de Alberto Fernández, pandemia mediante.
El miércoles próximo Massa planea anunciar sus primeras medidas, ya ya especula con dar un incentivo serio para que el campo liquide en agosto la mayor parte de su cosecha, que representaría un piso de ingreso de divisas de unos US$ 10.000 millones.
Con esa espalda, el nuevo superministro podría encarar un ajuste del tipo de cambio controlado en septiembre, que acerque más la depreciación del peso a los niveles de la inflación.
Pero una de las claves de las medidas están vinculado con el recorte de gastos.
¿Tomará Massa como ejemplo al israelí Shimon Peres, quien logró bajar la inflación del 400% al 20% anual en pocos meses a partir de un draconiano recorte de las cuentas públicas?
Respaldo político tiene para hacerlo. Y desde ya una decisión de esas características contaría con el espaldarazo de los mercados.
La duda es si el equipo que asesora a Massa tiene entre sus objetivos la poda del gasto público descomunal que la Argentina tiene a nivel Nación, Provincias y Municipios.
En materia de recortes, Massa deberá dar una señal contundente con las tarifas de servicios de luz y gas.
Es una oportunidad única para dar por terminado el desaguisado al que llevó Cristina Kirchner cuando fue presidenta y además de regalar jubilaciones y pensiones, obsequió la calefacción y la electricidad a millones de argentinos que podría haberla pagado.
Por esa razón, uno de los focos de atención de los mercados está puesto sobre las áreas de energía.
Un desplazamiento de un plumazo del secretario de Energía y de los titulares del Enargas y el Enre -todas áreas en manos de gente de la vicepresidenta-, sería bien visto por quienes esperan un recorte del gasto en serio.
La mega movida en el Gabinete recibió el aval de los gobernadores, pero habrá que ver si ese apoyo se mantiene cuando se les pida a los caciques provinciales que recorten sus abultadas cuentas, sobre todo en provincias como Misiones, Chaco, Santiago del Estero o Santa Cruz, que forman parte del imperio del empleo público.
Los mismo ocurre en el conurbano bonaerense, donde los nuevos caciques de La Cámpora se manejan en forma discrecional con el presupuesto, apelando a la plata fácil.
Será clave también observar en qué lugar dejan los mercados a Alberto Fernández, un presidente limitado primero por su vice y, ahora, por su aliado en la coalición de gobierno.
En la Casa Rosada consideran que si la jugada de Massa sale bien beneficiará a todos en la coalición.
Hay que tener en cuenta que la imagen negativa del trío Alberto, Cristina y Massa tiene una imagen negativa que ronda el 70 por ciento.
Por eso, no alcanzará con despejar el ruido político. Habrá que mostrar resultados concretos en baja de la inflación, recorte del gasto, disminución de la pobreza y reactivación de la economía.
En 1969, el bicampeón Estudiantes de La Plata disputó (perdió) la Copa Intercontinental con el Milan. Tenía que ganar sí o sí por varios goles para conquistarla, y así se lo hizo saber a sus jugadores la Junta Militar liderada por Juan Carlos Onganía.
La dictadura había dispuesto además que los jugadores que se comportaran con violencia en las canchas irían presos.
Carlos Bilardo era jugador de los «pincharratas» y acuñó en aquel momento una frase que quedó en el imaginario popular hasta ahora, y bien se puede usar para graficar el desafío que Massa tendrá por delante: «La gloria o Devoto».