Después de ser ovacionada en el Festival de Venecia, «Argentina, 1985», de Santiago Mitre, llegó al prestigioso certamen cinematográfico español. Su protagonista, Ricardo Darín, que encarna al fiscal del juicio a las juntas militares, afirmó que la película «es un ejemplo» para que «la gente tenga confianza en la justicia, que tenga confianza en el porvenir».
Ricardo Darín: «Interpretar a Strassera me llenó de honor, emoción y orgullo»
Con la historia como cimiento y el thriller político como forma de contar cinematográficamente un acontecimiento decisivo para la Argentina como fue el Juicio a las Juntas por las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura, este domingo se proyecta en el Festival de San Sebastián el film «Argentina, 1985», de Santiago Mitre, con Ricardo Darín en el rol del fiscal federal Julio César Strassera, quien estuvo encargado de llevar adelante la acusación contra los militares.
«Interpretar a Strassera me fue llenando de honor, emoción y orgullo a medida que iba transcurriendo el rodaje», cuenta Darín a Télam en la terraza del majestuoso Hotel María Cristina, en donde se alojan las estrellas de todo el mundo que llegan al festival donostiarra, que agotó rápidamente las entradas de «Argentina, 1985», convertida en una de las citas ineludibles de esta edición.
Recreando de manera precisa el clima de época y con un sólido elenco encabezado por Darín, junto a Peter Lanzani, Alejandra Flechner y Norman Briski, «Argentina, 1985» -que se estrena en Argentina el 29 de septiembre – transmite la tensión que tuvo que soportar Strassera junto a Luis Moreno Ocampo (Lanzani) y el resto del joven equipo que reunió el fiscal para la titánica tarea de demostrar que el terrorismo de Estado tuvo como método la tortura, la desaparición de personas, la apropiación de bebés y la ejecución sumaria.
«Que por fin un tribunal civil pudiera pudiera llevar a juicio el accionar de dictadores, realmente significó algo muy importante», recuerda Darín sobre esa época, cuando tenía 28 años y estaba atento al desarrollo del proceso.
-Darín, ¿cómo fue la experiencia de ponerte en la piel de un personaje clave de la historia reciente argentina?
-Interpretar a Julio César Strassera es algo que me ocurrió en forma episódica y paulatina, me fui llenando de honor, de emoción y de orgullo a medida que iba transcurriendo el rodaje. Más allá de todo lo que había investigado y de la información que tenía, de haber visto entrevistas a él y tener la oportunidad de escucharlo y ver cómo hablaba, cómo se relacionaba con los demás y percibir cierto sentido del humor ácido y áspero de su parte, el haberme encontrado con gente que vivió con él, que compartió trabajo con él y demás, hizo que fuera tomando una dimensión todavía más próxima a lo que fue su persona y su trabajo.
-En 1985 tenías 28 años, ¿cómo viviste el Juicio a las Juntas, de qué manera te interpelaba el proceso en este momento?
-En 1985 en una democracia muy reciente, con un gobierno con complicaciones sobre todo de índole económica y falto de poder real, creo que a todos nos pasó, por lo menos a los jóvenes de ese momento, tener una gran expectativa, pero también es cierto que por un lado al no ser televisado en directo, sin audio y demás, el verdadero entusiasmo empezó a crecer con el correr de los días. Es decir, cuando ya se supo que el juicio sí se estaba llevando a cabo y que toda esta gente había puesto mucho coraje y valentía en hacerlo.
-Frente a las divisiones del presente,» Argentina, 1985″ podría ser vista como el momento de nuestra historia en que se llegó a un consenso casi unánime a partir del famoso «Nunca más» de Strassera. ¿Coincidís en esa mirada?
-Sí, puedo coincidir un poco con esa mirada, no sé si es un consenso unánime o general, pero sin duda, por el pecho inflado que estábamos sintiendo de la recuperación de la democracia, estas decisiones tan importantes no sólo para nuestro país, sino para el mundo entero, de que por fin un tribunal civil pudiera pudiera llevar a juicio el accionar de dictadores, realmente significó algo muy importante, pero se fue palpitando lentamente. Eso es lo que más recuerdo.
-Más allá de los premios, la película fue ovacionada en Venecia y recibió un muy buen trato de la prensa internacional. ¿Creés que tiene una universalidad que se asienta en la búsqueda de justicia?
-El recibimiento de la película fue realmente impresionante de los que lo tuvimos la suerte de estar ahí presentes, lo vivimos en carne propia y superó todas nuestras expectativas. Una de las cosas que me llamó más la atención es la gran cantidad de gente de diversos países y la reacción que hubo durante toda la proyección no solo emocionaba, sino que hacían que uno pueda coincidir con esta mirada sobre la representatividad universal de la búsqueda de la justicia y de la verdad en un mundo que está plagado de avasallamientos e injusticias. siempre va a ser una bandera que todo el mundo abrazará.
-¿Cómo fue el trabajo con Mitre, qué destacás de su mirada?
-El trabajo codo a codo con Santiago empezó mucho antes del rodaje; él tuvo la generosidad, la apertura de participarme de sus desvelos sobre diferentes cuestiones, incógnitas y creo que hicimos un camino juntos muy fructífero, donde fuimos ganando tiempo en muchas cosas que después en el rodaje vimos su resultado. Santiago es un muy buen director de actores, tiene muy claro qué es lo que quiere y eso se notó durante todo el rodaje. Agrego que si hay algo en lo que destacó de su mirada, no solo de la suya, sino del guión en general del que es copartícipe Mariano Llinás, es en un enfoque y una mirada humanista realmente muy certera, que yo particularmente valoro muchísimo.
-En la película tenés un fantástico ida y vuelta con Peter Lanzani. ¿Cómo fue construir esa relación en la ficción con él y el resto del elenco?
-Con Peter la relación es inmejorable, ya lo conocía de antes a pesar de no haber trabajado juntos, porque es muy amigo de mi hijo el Chino. Encontré un compañero invalorable, un profesional realmente muy enfocado, muy serio y muy contenedor. Y con el resto del elenco es inmejorable y con la mano certera de Santiago, todo fue muy ameno. Especialmente en un caso como este, en donde uno tiene entre manos una historia que tiene cuestiones muy pesadas, muy ásperas y que la energía circundante entre todo el elenco tiene que ser positiva.
-¿Qué significa para vos que la película se proyecte en la sección Perlas de San Sebastián? Porque allí jugás de local y sin dudas sos muy popular, como en toda España.
-Estoy realmente muy interesado, muy atento y muy expectante para lo que va a ser la presentación de la película en España a través del Festival de San Sebastián, porque conozco mucho a la gente del lugar, siempre me han recibido y abrazado como uno más de ellos y eso es algo que ha creado una relación de familiaridad entre nosotros que yo agradezco y valoro muchísimo. Tengo muchas ganas muchas ganas de ver qué va a pasar con la gente en la proyección de la película, especialmente en San Sebastián.
-¿Cuáles son tus expectativas frente al estreno en la Argentina el 29 de septiembre?¿Tiene esta película una carga diferente a otras que te tuvieron como protagonista?
-Uno puedo estar lleno de expectativas, incertidumbres, ansiedades y pretensiones con respecto a lo que es la muestra de un trabajo, pero en especial en «Argentina, 1985», mi mirada siempre estuvo enfocada en cómo llega esto a la gente joven, por muchos motivos: Primero, porque es razonable entender que por una cuestión generacional es algo que me genera mucha expectativa por ver cuál es su reacción. Mi máxima expectativa es que el mensaje de esta película, que para mí es profundamente humanista, llegue como debe ser a la gente, a lo más jóvenes, que son los que ya están construyendo el futuro. Creo que es lo que necesita nuestra querida Argentina, que la gente tenga confianza en la justicia, que tenga confianza en el porvenir. Y creo que eso se va ladrillo a ladrillo, con ejemplos más que con discursos, y esta película es un ejemplo. Es recuperar un gran ejemplo.