Recientemente, un informe del CIEPYC[1] incluído en “Entrelíneas de la Política Económica N°55 | Diciembre de 2022” dejó plasmada una serie de razones por las que la ex gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, decidió presentarse en la jurisdicción (municipal) de la Ciudad de Buenos Aires y no en la provincia de Buenos Aires en la elección de 2021.
El ajuste de Vidal
En el texto se aclara que, si bien el mandato del actual gobernador Axel Kicillof no ha finalizado, ya han transcurrido tres años de su gestión, existe un tiempo más que necesario para realizar algunas comparaciones.
La asunción de Cambiemos (integrado por el PRO, la UCR y la CC) fue posible no sólo por la elección general del 2015, sino por el aporte y arquitectura de la UCR y su peso a nivel provincial. Vidal despertaba, así, expectativas en todo el país, siendo esta provincia una de las principales economías a nivel nacional en la región pampeana.
Una primera conclusión que se desprende del informe trata sobre los servicios sociales, en donde se manifiestan claras diferencias entre los gobiernos de signo peronista y el de la Alianza/Coalición Cambiemos. En 2015 representaban el 59.86% y disminuyó a 55.37% en 2019. Por otra parte, también advierte que esos servicios “se ubicaron en un promedio de 61.29% para el periodo 2012-2015, mientras que para el periodo 2016-2019 estuvieron en un 57.94%”.
En ese sentido, el informe amplió sus conclusiones: “el periodo 2016-2019 se caracterizó por un importante ajuste en las áreas sociales, en un contexto de crisis económica durante los dos últimos años del mismo. Asimismo, buena parte del ajuste se destinó al pago de la deuda pública, la cual lejos de potenciar la gestión, terminó limitando el margen de acción del gobierno de Vidal”.
Para el periodo de la gobernación de Kicillof, se pudo desandar el camino del ajuste social y orientar la política y la economía hacia una “recuperación de la asistencia social y la inversión en salud en un contexto de crisis económica y sanitaria”.
También es interesante la comparación planteada entre la gestión de Vidal y la de Horacio Rodríguez Larreta, a cargo de la Municipalidad de Buenos Aires. Mientras que la primera propuso incrementar el impuesto inmobiliario a los bonaerenses, es decir pagar más impuestos por tu casa, y como contrapartida reducir la alícuota de los ingresos brutos en múltiples actividades, con un resultado recesivo; Rodríguez Larreta desechó esa posibilidad luego de recibir un incremento en la coparticipación por parte de la gestión de Cambiemos a nivel nacional, es decir de parte de Mauricio Macri, manteniendo el peso de esos mismo impuestos en la participación de los ingresos totales.
Luego de perder la elección del 2019, la ex gobernadora decidió volver a presentarse en una elección, esta vez por la Ciudad Buenos Aires, en 2021.
Siguiendo con los ingresos pero desde las perspectivas respecto a las formas de financiamiento, la política de Cambiemos a nivel provincial fue similar a la nacional, con una diferencia sustancial porque Macri recurrió a fondos del FMI para la campaña 2019. Decidió endeudarse en dólares, y cambió la composición del stock de deuda: en 2015 el 57% del stock de deuda era en moneda extranjera, para el año 2019 subió a 83%. El problema de los dólares es que no los fabricamos. Por esa sencilla razón no es lo mismo deuda en pesos que en divisa.
Como analiza el informe, “en diciembre de 2019, con la asunción de Axel Kicillof y, en línea con el proceso de reestructuración de deuda nacional, Buenos Aires inicio el proceso de dialogo con acreedores privados externos y, en febrero de 2020, anunció el inicio del proceso de reestructuración”. Así, se logró un alivio financiero para el periodo 2020-2024 de 4.500 millones de dólares.
Como conclusión y para tener un panorama de lo que puede ser una tal vez una posibilidad de gestión de Cambiemos a nivel provincial o nacional, María Eugenia Vidal nos dejó una leve reducción del déficit financiero a partir de un mix basado en perder autonomía fiscal y ajustar en obra pública y asignaciones sociales. A esto se le suma la recesiva y compleja situación económica a nivel nacional, que incluyó la devaluación 2018, el ingreso a los programas del FMI y la devaluación 2019, luego de perder las elecciones.
(*) Ernesto Matos es economista y director del Instituto de Estudios para el Desarrollo Productivo y la Innovación de la Universidad Nacional de José C. Paz.