En tiempos donde las obras de infraestructura se convierten en pilares fundamentales para el desarrollo de una ciudad, es necesario reflexionar sobre la importancia de invertir en proyectos que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.
En este contexto, la ciudad de Junín se encuentra en medio de un proceso de transformación que promete cambios significativos para su futuro. Sin embargo, es lamentable observar cómo muchas veces la mezquindad, y la especulación, han obstaculizado y dilatado la concreción de obras claves para Junín, como es el caso del Paso Bajo a Nivel, financiado por el Gobierno Nacional a través del Ministerio de Transporte.
Como lo expresaba Mario, es innegable que una intervención urbanística de esta magnitud resulta crucial para una ciudad como Junín. No sólo implica una mejora en la movilidad y la fluidez del tránsito, sino que también representa una oportunidad para el crecimiento económico y social de la región.
Un paso bajo a nivel facilitará la conectividad entre distintos puntos de la ciudad, optimizando los tiempos de desplazamiento y disminuyendo los riesgos de accidentes, en medio de un fuerte crecimiento de la circulación del transporte ferroviario.
Además, permitirá potenciar el desarrollo urbanístico y fomentar nuevas inversiones en la zona.
Sin embargo, resulta desconcertante observar cómo la gestión municipal ha adoptado una postura ambivalente respecto a esta obra tan necesaria.
En primer lugar, se puso en duda la necesidad de su realización y se dilató su inicio casi un año, para convocar una audiencia pública que finalmente, como era de esperar, avaló la obra con contundencia.
Luego, se dilató más de 6 meses la inauguración del puente peatonal, parte integral de la obra y condición previa para el inicio de la intervención sobre calle Rivadavia, por no querer incorporar este paseo al espacio público local.
Y, finalmente, y más preocupante aún fueron las declaraciones de funcionarios municipales afirmando que «es mejor si la obra no se realiza», cuando ya era inevitable su comienzo.
Esta actitud, lejos de representar los intereses de los ciudadanos, muestra una falta de visión y compromiso con el desarrollo de la ciudad.
Estas actitudes caprichosas son las que alejan a las personas de la actividad política y desacreditan el ejercicio de representación. A pesar de las diferencias debemos siempre priorizar el bienestar de la comunidad.
Lo importante no es la rivalidad política, ni la titularidad de proyectos, sino el impacto positivo que estos tienen en la calidad de vida de los ciudadanos. En Junín, la concreción del paso bajo a nivel significa un paso adelante, hacia un futuro más próspero, seguro y conectado. Este es el objetivo en el que todos tenemos que estar trabajando.