Autoestima, Resiliencia, Zona de Confort, Empatía. Jorge Alemán sostiene que este espacio fundante de la terminología neoliberal socava las existencias transformando el habla en meros datos para aceptar esta psicología empresarial que cierra el primero de los acontecimientos políticos: habitar nuestra lengua en las distintas posibilidades que alojan sus proyectos.
Con el mayor respeto por quienes usan estas expresiones, soy consciente que nadie habla a su placer y que siempre la época suele imponer ciertos términos que constituyen una especie de plomada en las distintas voces de los hablantes.
Ya me he referido en otro lugar a las lamentablemente concurridas: Autoestima y Resiliencia.
Una vez más, como suele ocurrir con estos términos, no son inocentes. Alojan de un modo implícito una determinada concepción de la subjetividad.
Se trata de concebir al ser como un ente que funciona como si fuera un «centro de iniciativas» y siempre susceptible de ser evaluado, representado y en función de su competencia.
Por ello, no nos asombra el carácter mensurable de estos términos: baja o alta autoestima o escasa o fuerte resiliencia. Se trata de encontrar, a partir de un control de calidad promovido por los coach, libros de autoayuda, etc., hasta qué punto el individuo se encuentra en condiciones para gestionar su propia vida como una empresa. De esta forma, la ideología neoliberal bloquea todo aquello que en la existencia pueda constituir una apuesta por lo que se desconoce de sí mísma. Tal como sucede con la causa del amor, el deseo o el goce. Tres términos laberínticos y habitados por la contingencia y que siempre se caracterizan por ser rebeldes a la planificación previsible.
Ahora, gana terreno el término Empatía, una expresión que encubre que en la misma está implícito que el ser es una especie de muñeco clausurado sobre sí mismo pero que, sin embargo, dispone de unas pequeñas antenas que lo conectan con los otros. El término Empatía ha engullido expresiones como simpatía, respeto, benevolencia, generosidad, hospitalidad…nobles actitudes imposibles de cuantificar. La empatía es el nombre neoliberal que podría indicar el nivel de aceptación que de los demás disponemos.
Del mismo modo, la zona de confort es una burla hacia la manera brutal en que se extiende el desierto inabarcable de las vidas precarias. Mientras, la publicidad invita a salir de la zona de confort y hacer un viaje exótico o comprar un nuevo fondo de inversión.
Días pasados escuché a un político español caracterizar a las posiciones xenófobas de la derecha como «faltos de empatía”.
Pensar el modo en que se habita la lengua es un acto político de primer grado, especialmente si tenemos en cuenta qué tipo de orden se está preparando con esta psicología empresarial que solo retiene de la vida aquello que haga funcionar al mundo en la dirección que va.
La fundación de distintas naciones fue precedida por grandes poemas o una literatura que estableció una orientación para el destino de las mismas. Estas orientaciones nunca constituyeron un determinismo. Las distintas hablas populares las contaminaron con sus diversos timbres poéticos.
Este espacio fundante es el que la terminología neoliberal socava volviendo a las existencias meros datos perfectamente apropiados para aceptar sobre sus vidas el peso inerte de palabras y juicios que cierran el primero de los acontecimientos políticos: habitar nuestra lengua en las distintas posibilidades que alojan sus proyectos sin renunciar a la complejidad perturbadora de lo que somos.
Madrid, 7 de enero de 2022.
Por Jorge Alemán* (para La Tecl@ Eñe)
*Psicoanalista, escritor y poeta. Autor de los libros «Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación» y «Pandemónium, notas sobre el desastre». Su último libro publicado es Ideología.