VIVIR MEJOR

Las nueve actitudes para tener una vida satisfactoria

Antonio Las Heras, autor del reciente libro «Atrévete a vivir en plenitud», señala las nueve actitudes que permiten tener una vida satisfactoria.

Fuente: Télam
vida plena

Esas actitudes son:

1 – La sensación de serenidad que permite alejarnos de la ansiedad y la angustia, procede de la existencia de una suficiente seguridad en uno mismo. Tal situación se puede conseguir solamente cuando la persona conoce –con sinceridad y sin mentirse– hacia qué meta está dirigiendo su vida y por qué eligió esa y no otra. En todo caso, ser capaz de responder aquel interrogante que indicó San Ignacio de Loyola (el fundador de la Compañía de Jesús): “¿a dónde voy y para qué voy?” Son bastantes quienes pueden responder al “¿a dónde voy?”; pero a la mayoría se le hace difícil explicar el “¿para qué voy?”

2 – “Sólo eres dueño de lo que no puedes perder en naufragio», afirma un aforismo del poeta Khalil Gibral (1883/1931). Nada más cierto. No existe mayor valor que aquel que hemos sido capaces de incorporar a nosotros mismos así como lo que dimos a los otros. El tiempo utilizado en búsquedas limitadas y materiales, habitualmente sólo sirve sino para generar reiteradas sensaciones de malestar.

3- La persona segura de sí, habla poco y no hace ostentaciones. Esto es bien sabido. Pero ¿por qué se comporta de tal modo? Sencillamente a causa de que no tiene ninguna necesidad de demostrar a los otros quién es. Él lo sabe y tiene certeza de ello. Quien necesita del aplauso y la aprobación ajena es, en realidad, temeroso e inseguro por lo cual busca protegerse con máscaras que sólo sirven como engaño. “El noble camina entre la multitud y no se confunde con ella”, señala una sentencia del I Ching, El Libro de las Mutaciones escrito por sabios chinos hace 55 siglos.

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4- La satisfacción personal llega, no cuando uno se compara con los otros, sino por una comparación personal: ¿Quién me propuse ser?, ¿Quién soy ahora? Existe un antiguo refrán que sostiene que «las comparaciones son odiosas». No podemos comparar personas que tienen inquietudes diferentes o que buscan alcanzar metas distintas. Lo esencial es estar satisfecho con uno mismo. Por lo tanto, la única posibilidad que cabe es hacer la comparación entre lo que me propuse ser y lo que estoy haciendo ahora. Y allí sí descubriré si cabe o no tal satisfacción.

5- Para esto es menester diseñar un plan de vida . ¿Qué necesito lograr? ¿Cuánto tiempo tardaré?. ¿Qué procedimientos me permitirán concretarlo?. De hecho lo normal es que las improvisaciones lleven siempre al puerto equivocado. Por lo tanto, el plan de vida debe estar diseñado por cada uno dándole a cada cosa el tiempo que corresponda. Ni más ni menos.

6- Las escaleras se suben peldaño por peldaño. Hacerlo de otro modo puede provocar una caída violenta. Quien busca estar satisfecho con su vida debe saber y recordar que «hay un tiempo para cada cosa y una cosa para cada tiempo»; parafraseando al Eclesiastés. Ni angustias por el pasado ni temores por el futuro. Vivir en el tiempo presente, con la experiencia recogida en el pasado, para estar construyendo ahora mismo lo que habrá de acontecerme en el futuro.

7- Una vida satisfactoria exige ocuparse de cada cosa. Aún de los detalles más pequeños. Desarrollar los afectos, emprender con ánimo las tareas. Pero existe una severa restricción: no preocuparse. “Preocuparse” es ocuparse previamente; o sea, adelantarse a los hechos pero sin tener certeza de éstos. Lo que equivale a producir ansiedad sin necesidad. Entonces, nada de preocupaciones; nada de ocuparse antes de tiempo. Atienda cada cosa en el momento oportuno. Dicen los financistas de Hong Kong que hay que imaginar que la mente está compuesta por enormidad de celdillas. Cada una tiene una puerta que cierra herméticamente. Entonces, cuando uno está atento a un tema, sólo esa celdilla permanece abierta. Todas las demás cerradas. Nada distrae. Nada confunde. Nada altera. Terminada esa actividad, esa celdilla imaginaria se cierra y con ello queda clausurado el asunto hasta la próxima. Y ya se abre una nueva puerta: otra ocupación está en la consciencia ahora y allí está la mente concentrada. Sinceramente: ¿no es atractiva la propuesta?. ¿Se siente tentado a imitar la actitud de los banqueros de Hong Kong acostumbrados a manejar decenas de millones de dólares cada día y enfrentar todo tipo de dificultades a diario?. ¿Qué le falta a Ud. para lograrlo?. Nada. Salvo entrenamiento. ¿Tiene sentido empezar hoy?. ¡Por supuesto! Adelante…

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8- Claro está que no conseguirá una vida satisfactoria quien no se ocupe de su persona en los tres diferentes niveles que la constituyen: lo espiritual, lo psíquico y lo físico. Para conseguir esto hay que saber darse tiempo. Tiempo para uno mismo. Tiempo de recreo, sí. Mas también lapsos suficientes para la lectura, para la meditación, para reflexionar, para practicar concentración y de esa forma evitar que la mente se disperse en ideas innecesarias, para el ocio creativo. De nada vale un físico bien cultivado, con magníficos músculos, si el espíritu y la mente fueron descuidados.

9- La persona que lleva serenidad, fuerza y vigor en su mente decide pasar parte de su día en ambientes naturales y, en ese tiempo, aprovecha también para entregarse a sus pensamientos, a las deducciones especulativas, a intentar responder sus preguntas últimas y generalmente lo consigue, con respuestas reveladoras y sorprendentes que le permiten avanzar más, mejor y en armonía tanto en su vida como expandiendo esto a sus seres queridos y con quienes se vincula. Requiere decisión, perseverancia, entrenamiento, tiempo… ¡pero transitar el sendero de la concreción de los deseos positivos de vida que cada uno alberga bien lo justifica!

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo e historiador. Su más reciente libro es “Atrévete a vivir en plenitud.” www.antoniolasheras.com

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