Los graves problemas políticos, sociales y económicos que sufre la Argentina desde hace
décadas, que han sido acentuados por este cuarto gobierno kirchnerista, nos obliga a actuar
casi de manera permanente sobre la coyuntura.
La cruda realidad que viven millones de compatriotas, hace que aquellos temas referentes a
la planificación, la modernización de la gestión pública y la implantación de las tecnologías
de la información y la comunicación (TIC), que están jugando un papel cada vez más
importante en los procesos de transformación de los gobiernos, especialmente en aquellos que
tradicionalmente eran los más cercanos al ciudadano, como son los gobiernos locales, queden
relegados en el debate político y en la consideración publica.
Por eso mismo, es necesario salir de la inmediatez y trazar algunas líneas de debate que
puedan servir para pensar el Junín del bicentenario.
Desde hace un tiempo se viene acuñando el concepto de “innovación para el desarrollo”,
referido al rol de las ciudades en la sociedad del conocimiento, ya que el avance de la ciencia
y la tecnología se ha vuelto, más que nunca, en el motor de aceleración del desarrollo
económico. Por eso entiendo que promover la innovación, debe ser un ingrediente
fundamental para alimentar a dicho motor, y una prioridad política central para los gobiernos
locales.
Las ciudades se han convertido en actores clave en el nuevo espacio, caracterizado por el
surgimiento de nuevos sectores industriales y logísticos y por la utilización de nuevas
tecnologías (fundamentalmente informática y telecomunicaciones) en la generación de
riqueza y conocimientos.
Junín, dispone de ventajas comparativas para posicionarse como una ciudad del
conocimiento, que atraiga inversiones, que genere empleo de calidad y que sirva de atracción
para que empresas y personas inviertan y se radiquen en ella.
El aporte y las inversiones en infraestructura para la innovación naturalmente se focalizan en
universidades, centros de investigación e incubadoras de empresas, pero esencialmente en
aquellos sitios en los que las empresas puedan conseguir personal calificado, y calidad en la
prestación de servicios, tanto empresariales como sociales y educativos.
Se ha dicho que las ciudades que inviertan y promuevan la innovación podrán convertirse en
ciudades claves de la nueva economía pospandémica, vinculando la excelencia de la
investigación y la educación con los sistemas productivos.
Junín cuenta con el potencial para convertirse en un modelo de innovación basado en su red
de actores sociales, económicos y educativos, como modelo de desarrollo que apueste a un
medio de innovación construido desde abajo hacia arriba.
El papel de las ciudades en la sociedad de la información es el de ser medios productores de
innovación y de riqueza, capaces de integrar la tecnología, la sociedad y la calidad de vida en
un sistema interactivo, que produzca un círculo virtuoso de mejora, no sólo de la economía y
de la tecnología, sino de la sociedad y de la cultura. Las ciudades que lo logren, seguramente
ocuparán un lugar central en la nueva sociedad.
Para eso es necesario facilitar el acceso de la comunidad a niveles avanzados de información
y educación; ayudar a identificar las necesidades en innovación del tejido empresarial local;
colaborar en la formación y capacitación de los trabajadores de acuerdo a los nuevos
requerimientos tecnológicos y organizacionales; y facilitar la creación e incrementación de la
capacidad local para trabajar en redes de proveedores y consumidores de bienes y servicios.
Lo que he planteado, es solo un esbozo, que propone instalar disparadores, pero que requiere
de capacidad, convencimiento y decisión política, pero además de liderazgo. De un liderazgo
democrático moderno, adecuado para enfrentar los nuevos tiempos en los que vivimos.
Ese liderazgo debe tener dos características fundamentales: compromiso con el sistema
político y compromiso con los procesos participativos en la toma de decisiones y en el debate
de ideas.
Los líderes democráticos son elegidos por los ciudadanos, pero no por la totalidad de ellos, lo
cual significa que, tienen la obligación de representar las ideas e intereses de todos los
miembros de la sociedad, no solo de sus electores.
Sólo las ciudades que cuenten con ese tipo de liderazgo y se planteen el objetivo de
transformarse en medios innovadores sociales, tecnológicos, económicos, políticos y lo
alcancen, lograrán un nuevo protagonismo en el espacio de la sociedad de la información.