La alarma y posterior reacción de Moscú se originó por la presencia de representantes de Suecia y Finlandia como invitados junto a los 30 países miembros de la OTAN y la instituciones europeas en la teleconferencia a la que convocó el secretario general de la organización, Joe Stoltenberg.

En una conferencia de prensa, la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, Maria Zajarova, advirtió que todos los Estados participantes de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) a título nacional, incluidos Finlandia y Suecia, reafirmaron en su día el principio de que la seguridad de algunos Estados no debe construirse a expensas de la seguridad de otros países».

En el mismo sentido, subrayó que «es evidente que la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN, que es principalmente un bloque militar, tendría graves consecuencias militares y políticas que requerirían que nuestro país tome medidas recíprocas».

Los dos países se abstuvieron a responder el mensaje amenazante del Kremlin, según el sitio del diario español El Mundo. Tanto en Suecia como en Finlandia la postura de neutralidad comenzaba a esmerilarse a partir de los movimientos rusos, que ya son mirados con preocupación en ambos países nórdicos.
Los dos países, junto a Dinamarca y Noruega, como integrantes del bloque nórdico, condenaron enérgicamente la invasión Rusa a Ucrania.

“Suecia condena en los términos más firmes la invasión rusa de Ucrania. Los actos de Rusia son también un ataque al orden de seguridad europeo. Se le hará frente con una respuesta unida y contundente en solidaridad con Ucrania”, señaló en un comunicado el Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país.

Por su parte, la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, expresó en su cuenta de Twitter que su país expresa «su respaldo sólido a Ucrania y los ucranianos», mientras condenó la «grave ruptura de las leyes internacionales» por parte de Moscú.