Para Sebastián Presta la pandemia fue el salvavidas que estaba necesitando cuando sus compromisos laborales lo ahogaban. Luego de tres años haciendo teatro sin parar, la cuarentena lo obligó a tomarse la vida con calma: se dedicó a tomar cursos para perfeccionarse como artista y durante más de un año vivió de sus ahorros. Y quizás esta nueva dinámica hizo que se volviera más exigente a la hora de elegir proyectos, ya que cuando lo convocaron para protagonizar Mi madre, mi novia y yo se negó.
«No me siento un comediante; soy un actor que hace humor»
Había algo en el guión que no le terminaba de cerrar, pero Mechi Bove, la autora, no se dio por vencida y le permitió hacer modificaciones vinculadas con su vida. «Estuvimos como 6 meses yendo y viniendo e hicimos un buen equipo», comenta Presta con picardía. Así, aunque se hizo desear, lograron una comedia sin fisuras, con la que de jueves a domingo, Sebastián, Graciela Tenenbaum y Victoria Almeida se lucen bajo la genial dirección de Diego Reinhold, cuya esencia queda en manifiesto sobre el escenario de la sala Pablo Picasso de Paseo La Plaza.
Todo sucede en Nochebuena, la fecha elegida por el personaje de Presta para presentarle a su mamá (Tenenbaum), con quien convive a los 43 años, a su novia (Almeida), con quien tiene serios planes a futuro. Sin embargo, a lo largo de la velada, los problemas familiares, mandatos y secretos saldrán a la luz y causarán más de un inconveniente. «Hay muchas cosas mías», reconoce el acto. Y enumera: «Yo fui muy mamero de chico, asmático, andaba con mi nebulizador a todos lados; mi madre también estaba peleada con mi tía como en la obra y papá no me hablaba, era una muy buena persona, pero en casa hablaba poco y tampoco jugaba conmigo. Mi madre me tuvo como a las 42 que en ese momento le dijeron que era muy peligroso, tenía dos hermanos más grandes y nací de casualidad. Quizás los agarré cansados… no había tanto diálogo o juego como veo que le pasa a mis amigos con sus hijos».
Si bien su trabajo siempre se apoyó en el de los guionistas, asegura que le resulta inevitable «meter mano» y agregarle algunos toques personales. «Todavía no me sale escribir solo, aunque he hecho talleres de dramaturgia, pero todavía no me solté. Algo voy a hacer más adelante y estaría bueno que me ponga a escribir», prometo. Eso sí, aunque sabe que naturalmente es gracioso, no se reconoce como humorista o comediante, el traje que le queda mejor es el de «actor que hace comedia». «De alguna manera me eligió o yo elegí al humor, pero no me siento comediante. Para mí comediante es el que hace stand-up, que se para en el escenario a hacer su rutina; yo soy un actor que hace humor. No ando haciendo chistes ni haciéndome el gracioso. Por lo general soy bastante tranquilo», explica.
Por otra parte, Presta espera con ansias el estreno de El primero de nosotros, la nueva novela de Telefe que debuta el lunes 21 a las 21.45. «Me contrataron por tres meses para hacer del marido de Mercedes Funes, gustó el personaje y me quedé. Estoy un poquito en todos los capítulos. Si bien es un drama, hay muchas partes graciosas. Está Jorgelina Aruzzi, que es muy graciosa, Noralih Gago y también aparece Fer Metilli… pero mismo con los entre los protagonistas, que tienen a su amigo enfermo, se generan varios momentos de comicidad. Es importante destacar que el público también se va a divertir más allá del drama. El primer capítulo lo vi dos veces y me emociona de lo lindo que es», cuenta con orgullo y se propone seguir explorando otros matices en la ficción, más allá del humor y el personaje de «anti-héroe» que lo llevaron a conquistar a un público fiel.