Escribe Luís Pablo Alonso. Director de Prensa de la Municipalidad de Junín – Gestión Mario Meoni.
Orgullo de haber sido amigo y contemporáneo de Mario Meoni
Es la nota que uno nunca hubiese querido escribir. La menos deseada. A una semana del accidente que le costó la vida a Mario Meoni, son muchas las reflexiones, las imágenes y las vivencias que se nos vienen a la mente recordando el paso por la vida de “Marito” que sin lugar a dudas no pasó desapercibido y dejó claramente una estela de contenidos que deberá ser tomada como ejemplo por quienes transcurren y desean hacer camino en la sociedad y en la política.
Quiero resaltar en primera instancia la calidad humana de Mario, que supo contener con humildad el crecimiento político que su perseverancia, idoneidad y esfuerzo le permitió lograr. Hasta el último día valoró sus amigos de toda la vida, les dio un lugar especial y honró las amistades. El paso de la vida, las circunstancias, su sencillez y su comprometida gestión con la política le permitió incrementar exponencialmente sus relaciones y transformarse en unos de los vecinos de la ciudad de Junín más conocido y querido.
Motivo por el cual, la noticia generó una conmoción en la sociedad juninense nunca antes vista ante un suceso tan trágico.
En lo personal, debo decir que Mario fue un caballero, respetuoso, solidario, humilde, accesible, valiente, decidido y con una personalidad muy fuerte que le permitía tomar decisiones arriesgando las consecuencias y poniendo en un lugar primordial mejorar la calidad de vida de los vecinos.
Comprometido con su familia, a la cual amaba y estaba pendiente todo el tiempo, sea cual fuera la circunstancia laboral o política que lo apremiara en cada momento.
Cuando uno repasa la vida, los momentos, las circunstancias da valor a muchas cosas que ha transitado y en lo particular me expresa mucha satisfacción haber sido contemporáneo de Mario Meoni. Tenemos la misma edad y por distintas cuestiones hemos compartido reuniones sociales, deportes, entrevistas y tuve la suerte de haber formado parte de su equipo de trabajo y comprobar que su calidad humana no se transformaba detrás de un escritorio o de un cargo de relevancia.
Fácil era trabajar con Marito, sus ideales y pensamientos eran claros, precisos y determinantes. Fácil era entender lo que quería comunicar porque no tenía dobles pensamientos, ni nada que ocultar. Valoraba el trabajo de cada funcionario y empleado y le daba la libertad necesaria para que pueda ejercer su trabajo. No obstante el era consciente de todas las actividades, las tenía muy presentes y nada se le escapaba.
Era admirable ver las muestras de cariño que recibía y como él las retribuía. Yo creo que el tenía los 100 mil habitantes de Junín en su cabeza. En el café, en el super, en la cancha, en los barrios uno a uno se les acercaban y él con su sonrisa tan características les brindaba un abrazo, beso y minutos de atención.
Para nosotros, los juninenses, y muchísimos más que transitaron y caminaron junto a él en la política, siempre fue “Marito”. Concejal, diputado, intendente o Ministro Nacional ningún cargo superaba su diminutivo.
Por cuestiones profesionales, tengo la oportunidad de conversar con funcionarios nacionales, provinciales y municipales de todo el país. En todo momento que salía la conversación de la ciudad de Junín, del Ministerio de Transporte o Sarmiento la figura de Mario Meoni siempre sobresalía.
Y además, como común denominador, todos coincidían en destacar su calidad humana, sencillez, idoneidad y su lucha política. Hoy a un año y medio de su gestión al frente del Ministerio, pandemia mediante y una situación fuera de lo normal, da la impresión que esa Cartera Nacional era hecha a medida de Mario Meoni.
Rápidamente supo comprender la temática, la complejidad del Ministerio con sus descentralizadas, se reunió con gobernadores e intendentes de todo el país y en poco tiempo recorrió casi todo el territorio nacional inaugurando o firmando contratos de obras en los lugares más remotos de las distintas provincias.
Hoy, más allá de las vicisitudes políticas, no se encuentra la persona que pueda liderar semejante Ministerio y acoplarse al ritmo de la gestión que Meoni le había impuesto. Lamentablemente la historia quedó inconclusa y nos perdimos ver el desarrollo de la gestión en años más prósperos y el futuro aún más incierto, pero auspicio y prometedor, de Mario Meoni.
Somos contemporáneos y tuvimos ante la presencia del político más importante que ha dado la historia de la ciudad de Junín. Obvio que no podemos dejar de destacar a Moises Lebensohn o al Vicegobernador Dr. Arturo Crosetti, entre otros.
Pero Mario Meoni logró su pedestal y mayor consideración por su paso por distintos estratos políticos ya mencionados y llegó a la cúspide de su carrera como Ministro de la Nación.
No llegue a preguntarle, como era mi intención, si en la terminal, en el túnel de Rivadavia, en el Aeródromo o en una avenida de Junín, ¿Cómo le hubiese gustado que se lo inmortalizara: como Intendente Meoni o Ministro Meoni? Quedará a expensas de sus familiares o quienes deseen honrar su memoria.
Su lucha no fue en vano y dejó muchos conocimientos. La política juninense, a partir de la ausencia de Mario, se transformará completamente. El cuadro político cambia radicalmente ante la falta del principal líder político de la ciudad y el tiempo dirá como se rediseña y cuáles son los líderes que comienzan a emerger.
Su paso por la política dejó una marca y un sello inigualable. Sin estructura partidaria y con solo las convicciones y el deseo de cambiar la ciudad, enfrentó una enorme estructura partidaria que dominaba la política local los últimos 20 años, y supo vencerla.
Tres períodos luego al frente del Municipio, dos derrotas y nada detuvo su deseo de superación. Su reconocimiento final Ministro de la Nación Argentina.
Cuanto orgullo Mario. Seguramente seguiremos escribiendo y relatando tu historia para que las próximas generaciones sepan también quien fue Mario Meoni.
Dejo mi pequeño reconocimiento y quiero terminarlo con las palabras que aún retumban en mis oídos de cada vez que nos encontrábamos:
¡Hola Marito!
¡Lucho querido!
¡Chau Mario!