Boca enfrenta la semana decisiva del año. Y llega en un momento en donde el equipo no da pie con bola.
¿Boca no está en crisis?
Entre el 10 y el 29 de julio Boca parecía encontrar por primera vez, desde la llegada de Jorge Almirón, una identidad más o menos definida. Más allá de las buenas actuaciones, el equipo funcionaba mucho mejor de lo que lo había hecho con Hugo Ibarra. Y así hilvanaba cinco triunfos consecutivos: Huracán 1-0, Gimnasia 3-1, Barracas Central 2-1 (Copa Argentina), Newell’s 2-1 e Independiente 2-0. Todo esto ocurrió en la previa de sus dos partidos con Nacional, por los octavos de final de la Copa Libertadores.
Y justamente en ese primer partido, el 2 de octubre, comenzaron las dudas del equipo y del DT. No sólo en el juego sino que además se sumaron los resultados. Desde ese día hasta hoy Boca jugó 11 partidos de los que ganó dos, empató seis y perdió tres. Marcó 11 goles y le señalaron nueve. La curiosidad es que en seis de esos 11 partidos no pudo anotar goles.
Sería arbitrario y hasta mal intencionado decir que en nueve de esos 11 partidos jugó Edinson Cavani (llegó en ese momento). No estuvo sólo en dos de esos juegos: en el del 2 de agosto contra Nacional (0-0) y en el que Boca le ganó a Central Córdoba por 3-0 en Santiago del Estero. En ese choque, tal vez el mejor de todos los que se vieron en estos dos meses, los delanteros fueron Exequiel Zeballos, Miguel Merentiel y Lucas Janson y en la mitad de la cancha estuvieron Ezequiel Fernández, Jorman Campuzano y Cristian Medina. No es un detalle menor.
El resto de los partidos que disputó Boca fueron variopintos. Los vamos a recordar a todos: empates con Nacional (0-0 y 2-2) para luego pasar a cuartos de la Copa en los penales. Triunfo ante Platense con un ratito de buen fútbol y luego de pasarla bastante mal ante el equipo de Martín Palermo en la Bombonera. Empate con Racing 0-0, también en la Bombonera y por la Copa. Derrota ante Sarmiento 1-0. Otro empate sin goles ante Racing por la Copa para, minutos después, gracias a Romero y a la efectividad de sus rematadores, pasar a las semifinales de la Libertadores nuevamente en la definición desde el punto del penal. Derrota 1-0 ante Tigre. Empate 2-2 ante Almagro por Copa Argentina con los ya casi reglamentarios penales salvadores para seguir en carrera. 0-1 con Defensa y Justicia. El ya mencionado 3-0 con Central Córdoba y el empate del sábado 1-1 con Lanús, en la Bombonera, con 10 minutos brillantes en el arranque y 10 minutos muy buenos en el cierre del partido; o sea con 20 de 90 minutos para destacar. Ah… una de las figuras de ese partido fue Chiquito Romero.
Todo lo narrado desemboca en una pregunta: ¿Boca no afronta la semana más importante del año en un mal momento futbolístico? La respuesta que se me ocurre es sí. Tanto a nivel resultados como en el aspecto del fútbol que practican sus jugadores. El entrenador, además, no es garantía ya que aparece inestable y dubitativo en la toma de decisiones.
En el fútbol la única verdad son los resultados. O sea. En una semana sabremos si Boca aprueba los exámenes que se le presentarán esta semana o si se queda en la puerta de su gran objetivo (clasificar para la final de la Copa Libertadores) y no perder contra River como local (aunque en este caso la importancia de este partido está opacada por la Copa Libertadores).
Almirón tiene jugadores como para armar dos equipos. Le pasa lo mismo que a Martín Demichelis en River y a Fernando Gago en Racing. Nadan en la abundancia. La cara opuesta son Ruben Darío Insua en San Lorenzo y Carlos Tevez en Boca, que administran como pueden planteles de buenos jugadores pero muy cortos.
Curiosamente los tres entrenadores más beneficiados (Almirón, Demichelis y Gago) son los que parecen tener más problemas: poseen mucho material pero aciertan poco al armar los equipos. Gago y Demichelis ya se despidieron de la Copa y solo tienen que resolver para el torneo local. Almirón está más complicado. En una semana sabremos si estuvo a la altura de las circunstancias. Debo ser honesto: me quedan mis serias dudas sobre la capacidad del entrenador para elegir bien. Lo veo más propenso a respaldarse en los apellidos rutilantes que en aquellos jugadores que están jugando mejor. Y eso es un problema. Que se puede pagar muy caro.