Envalentonado quizá por ese suspiro de atención que finalmente logró que le prestara Joe Biden en la Casa Blanca, el presidente Alberto Fernández terminó mordiendo la banquina en su primera declaración pública al regresar al país procedente de Washington, tras haber posado para las cámaras en el Salón Oval junto a uno de los máximos referentes políticos de Occidente.
El kirchnerismo redobla la presión sobre Fernández y empuja al Frente de Todos camino a una disolución
Fernández se alzó con la fotografía que tanto pretendía, al lado de su par estadounidense y en el marco de una reunión bilateral que, por distintos motivos, se había hecho esperar. Quedó tildado entonces ese casillero en su lista de imágenes para el recuerdo atesoradas durante su paso por la Jefatura de Estado argentina: un epígrafe menos para completar y probablemente el último de renombre internacional.
Líderes europeos, incluyendo al tristemente célebre ruso Vladimir Putin, al igual que el chino Xi Jinping e incluso el papa Francisco figuran en esa lista, a la que acaba de sumarse Biden y en la que también se asoma Luiz Inácio «Lula» da Silva tras su retorno al poder en Brasil, entre otros. Misión cumplida para el Gobierno y para la Cancillería nacional, que hasta el miércoles pasado mantenía en la columna del «debe» la concreción de un encuentro privado entre el Presidente y su colega norteamericano.
No obstante, al dar vuelta la página para enfocarse nuevamente en las vicisitudes domésticas, el jefe de Estado derrapó apenas puso un pie de regreso en el país con un comentario desafortunado sobre el economista libertario y diputado nacional de La Libertad Avanza, Javier Milei, a quien comparó nada más ni nada menos que con el líder nazi Adolf Hitler. Sí, el mismo Fernández que le ofreció a Putin la Argentina como «puerta de ingreso de Rusia en América Latina» días antes de que el mandamás del Kremlin decidiera invadir Ucrania -con el desastre han producido desde entonces las tropas rusas en esa nación- se permitió semejante declaración en una entrevista periodística.
El mandatario también calificó a Milei como una «amenaza para la democracia» y como reprimenda recibió una durísima respuesta de parte del precandidato presidencial, que lo tildó de «ignorante» y enfatizó: «El problema que tienen es que se están empezando a dar cuenta de que en la Argentina del futuro no hay lugar para los parásitos que viven del esfuerzo ajeno como ustedes». Sectores de la comunidad judía también rechazaron las palabras de Fernández.
Era de esperar que los comentarios del jefe de Estado levantaran polvareda, pero más allá de su afiebrado razonamiento, el ataque descomedido hacia Milei deja entrever, en términos políticos, la preocupación que existe en filas del oficialismo por el vigor que ha tomado recientemente la figura del líder de La Libertad Avanza en encuestas sobre intención de voto con miras a las próximas elecciones generales en el país.
Parece claro, en este contexto, que el llamado «fenómeno Milei» enciende hoy luces de alerta en ambos márgenes de la grieta, dado que Juntos por el Cambio (JxC) negocia por estas horas la incorporación del economista liberal José Luis Espert, otro «outsider» de la política, aunque algo más moderado, para que eventualmente compita en una PASO presidencial «por adentro» en esa coalición opositora con la premisa de restarle apoyo en las urnas a su colega diputado de la Nación.
El viraje hacia la derecha del «voto bronca»
En el kirchnerismo, en tanto, observan a Milei como un ejemplo doméstico de un suceso que se viene desarrollando a nivel global, con personajes que saltan el cerco e incursionan en la vida pública estimulados por el descontento -e incluso hartazgo- de una porción de la sociedad hacia la política tradicional. En esa coyuntura, su principal capital es el llamado «voto bronca», que en la Argentina viró de izquierda a derecha en los últimos 20 años, desde la crisis de 2001 hasta la actualidad.
Es decir, no se trata claramente de un «voto ideológico», ni riguroso ni sostenido, como el que convive y nutre por estos días a los núcleos duros del Frente de Todos (FdT) y de JxC, sino que ha ido mutando sobre todo en función de las desventuras sociales y económicas de aquellos que esperan respuestas que la clase dirigente demora -demasiado- en ofrecer, si es que llegado el caso lo hace. En ese terreno fértil surgen los Milei, como en algún otro momento florecieron también los Mauricio Macri, catapultándose -el actual líder del PRO- desde la presidencia de Boca.
Hoy el mayor caudal de respaldo el economista libertario lo obtiene de parte de la generación que se crio durante el ocaso del segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la fallida administración de Macri al frente de la Casa Rosada y la decepcionante gestión de Fernández desde 2019 a la fecha, y no tanto, lógicamente, de aquellos que reclamaban «que se vayan todos» a comienzos de los años 2000. De ese tiempo se recuerda justamente cómo era vitoreado en las calles el líder de izquierda Luis Zamora, en medio de un descontento popular generalizado.
Asimismo, dos décadas después, los próximos comicios presidenciales en la Argentina podrían ofrecer características similares a los de 2003, con el FdT, JxC y Milei disputándose cada uno un tercio del volumen global de votos debido al escenario de atomización en el que podrían desarrollarse las elecciones: «Va a estar para cualquiera», anticipan de un lado y del otro de la grieta por estos días, según consultas efectuadas por NA.
Es este contexto el que precisamente alborota al kirchnerismo, que insiste en empujar a Fernández fuera de la estrategia electoral del FdT -es decir, que desista de sus aspiraciones de renovación renovación de mandato-, mientras baraja alternativas para afrontar la votación que se avecina con una fórmula lo más competitiva posible, sabiendo de antemano que las condiciones económicas no le serán favorables al oficialismo.
Más que los comentarios desacertados del primer mandatario, son los próximos meses de la gestión de Fernández los que preocupan en filas del núcleo duro K, dado que temen que la tendencia en declive que viene mostrando su Gobierno se transforme en un «efecto dominó» que derrumbe finalmente -también- las pretensiones del cristinismo de retener este año al menos el poder en la provincia de Buenos Aires.
En ese distrito, distintas encuestas vienen mostrando la fuga de votos desde el peronismo hacia la oferta electoral que propone Milei. Incluso a esos sectores, el kirchnerismo no puede ofrecer más que la promesa de que así como «todo tiempo pasado fue mejor», también lo será el futuro si «vuelve Cristina», como si la actual vicepresidenta de la Nación no formara parte de la administración nacional que conduce Fernández.
Esta extraña interpretación de la realidad es la que impulsa, además, a la militancia kirchnerista a espolear el «operativo clamor» para que la «Jefa» sea candidata en 2023. En este sentido, el PJ Bonaerense, liderado por Máximo Kirchner, acordó en una reunión celebrada este viernes en La Plata la organización de una marcha en apoyo a la ex mandataria para el próximo 13 de abril con destino a los Tribunales de la calle Talcahuano, en la ciudad de Buenos Aires.
«Quiero que la gente vuelva a ser feliz»
El día escogido obedece a que ese jueves se cumplirán siete años de la masiva manifestación de respaldo a la ex presidenta en Comodoro Py. ¿Y qué decía Cristina aquel lluvioso 13 de abril de 2016 en el barrio porteño de Retiro? «Quiero que la gente vuelva a ser feliz en la Argentina»… Cualquier similitud con la actualidad es pura coincidencia.
Así las cosas, la provincia de Buenos Aires se perfila para convertirse nuevamente en el escenario de la «madre de todas las batallas» en los próximos comicios. Aún está por verse qué decisión tomará el kirchnerismo, si habilita a Axel Kicillof a ir en busca de un segundo mandato o bien lo fuerza a competir por la Presidencia de la Nación y postula a Martín Insaurralde -u otro dirigente- a la Gobernación.
Sea cual fuera el desenlace de la «rosca» interna en filas del cristinismo en la provincia de Buenos Aires -y en la Nación también-, da la sensación de que el Frente de Todos avanza hacia su propia extinción y ni siquiera una victoria en octubre próximo quizá logre salvarlo, es decir, evitar la disolución de esa alianza política que llegó al poder en 2019. Los tiempos incluso podrían acelerarse si el camporismo consigue apartarlo a Fernández de la contienda electoral.
Hoy el kirchnerismo luce más preocupado por la supervivencia de ese espacio inspirado en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, tras 20 años de vigencia en el país, que por la continuidad del peronismo unido. O sea, el FdT permanecerá como tal si y solo si el «albertismo» se mantiene adentro y es más que evidente que el núcleo duro K lo quiere afuera.
¿Y Juntos por el Cambio? En el ámbito político doméstico, además, se comenta por estos días, viendo en especial el crecimiento de Milei en las encuestas, que la coalición opositora también podría fracturarse en el caso de tropezar en las urnas en los próximos comicios, cuando apenas meses atrás sus principales dirigentes se relamían pensando en un triunfo que parecían tener «servido en bandeja». Sobre todo después del éxito en las elecciones de medio término de 2021.
Por su parte, Milei, que sigue sorteando mensualmente su dieta como diputado nacional -aunque sin tanta pompa como al principio- y además planea convertirse al judaísmo, por lo que lee la Torá en su tiempo libre, presentará listas con precandidatos a diputados en todas las provincias en las Primeras Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto próximo, al igual que postulantes al Senado en los ocho distritos en donde se elegirán este año integrantes para la Cámara alta: Buenos Aires, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz. Y en su caso, como aspirante a la Presidencia de la Nación, se entusiasma con la posibilidad de llegar a un «balotaje», según pudo averiguar esta agencia.
En esa instancia, ahora que se bajó Macri de la contienda electoral de 2023, al economista libertario le gustaría enfrentar a otro referente de los «halcones» del PRO, a Patricia Bullrich, o bien «a un candidato kirchnerista» en un mano a mano por la Jefatura de Estado. Días atrás, lanzó una convocatoria para reclutar fiscales de mesa en todo el país, con el objetivo de reunir como mínimo a 80.000 -con 100.000 como cantidad ideal-, mientras juega al misterio sobre quién será su precandidato/a a gobernador/a bonaerense en las PASO.
¿Puede ser Carolina Piparo una alternativa, tras haber roto relaciones con Espert recientemente? En filas de La Libertad Avanza señalan que la actual diputada nacional tiene como objetivo competir por la Intendencia de La Plata este año. Por último, en la ciudad de Buenos Aires, todo hace suponer que el legislador porteño Ramiro Marra será el postulante de Milei para la Jefatura de Gobierno en las próximas elecciones.