¿Qué decir de Ocean Vuong? ¿Cómo abordar lo complejo?
Es poeta –‘Cielo nocturno con heridas de fuego’ (2016), ganador del Whiting Award, el Forward Prize y el Premio T.S. Eliot – y ahora prosista de fuste: le bastó una novela, su primera novela, ‘En la Tierra somos fugazmente grandiosos’ (Anagrama, 2020), para construir una voz potente y singular, diestra en la evocación y en la búsqueda de belleza en los resquicios de esa evocación –incluso cuando las circunstancias narradas son terribles o dolorosas.
Vuong nació en Saigón, Vietnam, en 1988. A los dos años se trasladó a Estados Unidos con su familia- abuela y madre como estandartes-, escapando de los fantasmas de la guerra y la pobreza que asolaba a su patria, después de haber permanecido una temporada en un campo de refugiados de Filipinas. En Norteamérica, la familia se enfrenta al abismo que existe entre su idioma y el inglés. El niño, sin embargo, se irá apropiando gradualmente de esa nueva lengua y, desde allí, comenzará a construir parte de su identidad y a recobrar otra.
En la Tierra somos fugazmente grandiosos es una extensa carta que el autor escribe para su madre, que no sabe leer. Realiza en ella un examen de sus propias experiencias vitales, evocadas a través de la poesía que permite el detalle. No es una revancha, tampoco una mera exposición de la violencia –telón de fondo permanente en la novela- que experimentó cuando niño y adolescente desde su entorno, tanto familiar como escolar; se trata más bien de un intento desesperado por comprender su origen, su carácter de extranjero y la sumisión que parecía implicar, su tumultuosa relación con el lenguaje, su sexualidad (el vínculo apasionado y lleno de excesos con Trevor, compañero de trabajo en los campos de tabaco) y el amor. Hay también una exploración minuciosa de la maternidad como enigma que abarca luces y sombras, y una capacidad asombrosa para narrar heridas abiertas de épocas distantes entre sí, escapando a cualquier forma de victimización.
“En la Tierra…” es una novela valiente, de una intimidad brutal, que cruza el dolor y la ternura. La intensidad con que Ocean Vuong se cuenta a sí mismo permite que el lector se asome, aunque sea por un instante y desde cierto ángulo, a la desnudez de un espíritu.