La brutal derrota sufrida por el oficialismo en las urnas en las últimas elecciones dieron el puntapié para que el Gobierno haga lo que mejor sabe hacer: populismo puro y duro.
La maquinaria populista se apaga
El agotamiento de la maquinaria populista estuvo a la vista de todos y aún los efectos finales resultan impredecibles. El bono compulsivo para todos los empleados públicos y privados tuvo consigo algo inédito: no solo el sector privado mostró su molestia por tener que acatar la obligación de un pago que no estaba previsto (y que muchos empleadores no tienen la posibilidad de pagar) sino que muchas provincias se opusieron a tener que desembolsar sumas que no estaban en los cálculos de nadie: muchas provincias están abarrotadas de empleo público y ningún Gobernador va a dilapidar recursos para hacer campaña electoral para terceros. El pago adicional parece haberse transformado en un traspié para el oficialismo que no dejará más que un sinsabor con poco efecto en las urnas.
Los planes para contener la inflación autogenerada por el descontrol económico generalizado parecen centrarse en congelar precios entre acuerdos y decretos sin sentido. La extensión del esquema de “Precios Justos” –que desde su origen con “Precios Cuidados” ha demostrado ser un rotundo fracaso-, el congelamiento en las prepagas (que aún no ha tenido aplicación), el combustibles (que parece también gozar de dudoso cumplimiento), del transporte público (que solo generará más subsidios, más emisión y más inflación) y hasta del dólar oficial (al cual ya pocos le prestan atención en medio de una brecha cambiaria que supera el 100%) parecen ser herramientas de otros tiempos que no solo no mejorarán los índices inflacionarios sino que muy por el contrario, los empeorará. La tormenta parece ser perfecta.
El nuevo plan “Previaje” parece ser el mejor resumen de lo que ocurre en la Argentina subsidiada: miles de millones de pesos destinados a subsidiar a todos aquellos que tengan la posibilidad tomarse unos días de vacaciones para viajar por el país. En su quinta versión el plan propone reintegrar hasta 100.000 pesos a todos aquellos que deseen tomarse unos días de descanso. Más allá del análisis estrictamente económico, resulta sorprendente que en un país hundido en la pobreza se destinen fondos para subsidiar las vacaciones de la clase media que tal vez no necesite ninguna ayuda más que la dejen de molestar con un Estado omnipresente.
La maquinaria populista parece estar en su peor momento fabricando medidas antiguas que ya no tienen quien se interese por ellas. Mientras tanto, la Argentina sigue sufriendo el transitar por un camino sin absolutamente ningún rumbo.