Tras protagonizar uno de los momentos más cuestionados durante el discurso presidencial en el Congreso, los legisladores visitaron a Mauricio Macri en su casa, para difundir luego y explícitamente las “conclusiones” de esa cita. Así comunica el PRO su metodología: bloqueo parlamentario con prioridad por sobre cualquier debate.
Macri reunió a los diputados que se levantaron de sus bancas en la Asamblea Legislativa
La reunión de los legisladores y más acérrimos miembros del PRO, promocionada ante los medios con textuales y foto oficial del partido, fue el segundo paso de un mismo movimiento: legitimar un rol legislativo opositor cien por ciento. No escuchar. Oponerse. En particular, apuntando al acuerdo con el FMI.
El encuentro –tan planificado como la “escapada” del Congreso– contó con los argumentos que los diputados se ocuparon de difundir en boca de sus economistas estrella.
Hernán Lacunza (ex ministro creador del “reperfilamiento”) y Guido Sandleris fueron los encargados de instalar una premisa de fácil comunicación: el acuerdo con el FMI “es una bomba de tiempo para 2023”, dijeron desde la quinta de Acassuso donde tuvo lugar el convite.
Fueron de la partida Patricia Bullrich, Cristian Ritondo, María Eugenia Vidal, Gerardo Milman, Diego Santilli, Álvaro González, Luciano Laspina, Omar de Marchi, Federico Angelini, y Humberto Schiavoni.
Merece un párrafo especial el invitado Horacio Rodríguez Larreta, quien minutos antes de abandonar el hemiciclo nacional había enfatizado, en su propio discurso de apertura legislativa, un puñado de nobles convicciones.
Decía en la Legislatura el aspirante presidencial: “El mayor desafío que tenemos por delante es el de construir una sociedad de diálogo/ sentarnos a la mesa con el que piensa distinto y hacer el esfuerzo de ponernos de acuerdo/ La grieta nos paraliza, nos deja inmóviles/ siempre voy a estar dispuesto a pelear por ese futuro de diálogo”.
Dicho lo anterior, Larreta se aprestó a entrar al Congreso en continuidad con una apretada agenda; entró al Palacio preparado para irse y seguir el raid derecho a lo de Macri.
El circuito del alcalde porteño completaba así ejemplarmente la lógica de un discurso: estoy a favor del diálogo, pero en contra de oír al adversario.
Ojos que no ven
«Los argentinos y las argentinas tienen el derecho de saber cómo ocurrieron los hechos y quiénes fueron los responsables de tanto desatino», dijo el Presidente, y la pequeña desbandada –apenas un diez por ciento de la audiencia– dejó un ínfimo hueco entre las bancas, con aroma a ofensa más que a manifiesto o gesto político.
El grupo en retirada no se fue contra un argumento, ni tan siquiera contra una opinión. Actuó en defensa propia y en ofensa propia, huyendo hacia adelante, al escuchar la palabra “responsables”.
El repentino abandono de bancas no sonó, pues, a desafío, sino a vergüenza. Fue el gesto de quien, insinuada su responsabilidad elige no presenciar más: como los chico que al taparse los ojos creen esconderse.
Patricia Bullrich lo dijo con su estilo: “No vamos a permitir que, quien hace dos años gobierna el país, nos quiera humillar haciéndose el cocorito». Omite sin embargo la presidenta del PRO que averiguar “cómo y quiénes” es una instancia sin nombres propios. A quien le quepa el sayo…
Crónica de una huida anunciada
Fue la propia Silvia Mercado, miembro estelar del canal “La Nación M”, quien hizo el anuncio –casi oficial– de una planificada puesta en escena. Tres horas antes, desde su Twitter, anticipó la jugada: “Atenti. Alberto Fernández podría quedar hablando en la apertura de las sesiones ordinarias con la mitad del recinto vacío (incluyendo retirada del PRO). En ese caso, sería una sesión histórica”, filtró desde la red social.
Pero no; la sesión no fue histórica en los términos que propiciaba Mercado y acaso estuvieran diseñados en el plan Pro. La ausencia de un grupo minúsculo entre los casi 600 asistentes no dejó «la mitad del recinto vacío»; se pareció más a una huida flagrante.
El que haya estado planificado no le quita infantilismo al gesto. Un senador radical lo definió como “problema táctico” de parte de los legisladores del PRO. “Nosotros sabíamos desde anoche que esa iba a ser la intención, pero habíamos avisado que nos quedábamos hasta el final” dijo al sitio web Infobae.
¿Cuál fue la señal? ¿Silvia Lospenato elevándose con su importante cartera? ¿Avanzó primero el senador De Ángeli, inquieto en su banca? ¿Algún wasap que llegó desde Acassuso? Son detalles. Lo cierto es que tras ese movimiento vino el siguiente, en casa del exmandatario, para dar un mensaje consolidado.
En su programa radial matutino de este martes, Reynaldo Sietecase confirmaba, por si hiciera falta, que otro senador PRO además de asegurarle la planificación de la jugada, agregó que ya estaban sondeando opinión –encuesta mediante- entre los propios y “nos da positivo”.
No compartieron la estrategia los integrantes de la UCR y Coalición Cívica, que todavía ven en el Palacio Legislativo un espacio para quedarse. Dar la cara. Hablar cuando llegue el momento. «Porque para eso te eligieron» como dijo Luis Juez al rechazar, él también, el acting Pro. En línea similar se expresaron la izquierda los «libertarios» y Facundo Manes sobre quien confluyeron los micrófonos tras el episodio.
Gritos y desbandada la estrategia opositora que se instala
Gritos y desbandada ¿la estrategia opositora que se instala?
Incluso el diario La Nación blanqueó la movida: “La UCR y la CC habían sido notificados con antelación por los jefes de Pro de que podían levantarse y abandonar el recinto, pero decidieron quedarse hasta el final. Consideraron que la reacción de sus socios era exagerada y que Fernández ya había amenazado hace un año con investigar a Macri por la deuda con el FMI”.
La movida en el Congreso y el remate de reagruparse en torno a Macri es un mensaje claro que conjuga tres definiciones: consolidar el núcleo duro, hablarle a los propios, y anunciar –legitimando– la práctica legislativa por venir, basada en oponerse a todo y ante todo. Huyendo de las bancas, tapándose los oídos si es necesario.