Alejo García Pintos hizo su debut en cine con un protagónico en La noche de los lápices, una película de Héctor Olivera inspirada en hechos reales, en la que le tocó interpretar a Pablo Díaz, un sobreviviente de la última dictadura militar. Y a 36 años de aquel estreno, el actor disfruta de las repercusiones de Argentina, 1985, donde interpreta a uno de los jueces que participó del Juicio a las Juntas militares.
«Me da orgullo haber trabajado en La noche de los lápices y Argentina, 1985»
Consciente de lo que representan ambos proyectos para la historia argentina, lo vive con tanta responsabilidad como satisfacción. «Me da orgullo haber trabajado en La noche de los lápices y Argentina, 1985… ¡Me faltó La historia oficial!», manifiesta en una entrevista con NA.
La película de Santiago Mitre, que cuenta con Ricardo Darín y Peter Lanzani como los fiscales Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo hizo que más de 300 mil espectadores se acercaran a salas de cine independiente en solo una semana en cartel, a pesar de la polémica que se generó con las grandes cadenas por su inminente llegada a la plataforma Prime Video. «Es un placer enorme saber que uno participa en una película que ya tenía mucha aceptación previa, ansiedad e inquietud con un tema que si bien es conocido, todos tenían la duda de cómo iba a ser tratado», señala Pintos.
– ¿Cómo llegaste al proyecto?
– Hace por lo menos cuatro años que la película se estaba gestando. Axel Kuschevatzky, que es uno de los productores, me contó lo que estaban armando y que había pensado en mí para interpretar a uno de los jueces. Una vez que se concretó el proyecto, hice una audición como requieren los protocolos de Amazon. Y lo hice con mucha convicción, es una formalidad que hay que hacer, pero yo por alguna razón sabía que iba a estar. Después se sumó a la producción Victoria Alonso, la presidenta de Marvel, que es mi amiga de la infancia, y para mí fue todo redondo.
– En ese rol de juez te toca escuchar el testimonio de Pablo Díaz, nada menos que el personaje que interpretaste en La noche de los lápices, ¿sabías desde el principio que esto iba a suceder?
– Sí. No sabía exactamente qué juez iba a ser, porque no se usaron los nombres reales, pero sí era consciente de que me iba a tocar estar frente al testimonial de Pablo Díaz y que iba a ser un guiño a mi anterior película y básicamente a la historia, ya que la película toma los casos más conmovedores. Y hay muchas cosas que quedaron fuera de ambas películas, porque sería imposible que alguien tolere las escenas que realmente pasaron. Para mí lo más importante es que las nuevas generaciones conozcan lo que pasó. Hay mucha gente que sale llorando del cine porque recuerda lo que pasó y otros porque no sabían esta parte de la historia. En ese momento tenemos un nivel importante de negacionismo dentro y fuera del país, entonces es necesario que haya este tipo de proyectos que sirvan para hacer memoria.
– La noche de los lápices la grabaron en la misma época en la que está ambientada 1985, ¿qué recordás de ese momento?
– Filmamos una película sobre el horror con muchos riesgos. Todas esas amenazas y el temor que se muestran en Argentina, 1985 los hemos sufrido en carne propia. Recibimos amenazas y el día que se estrenó, pusieron una bomba casera en el cine y también en la productora. El hecho estaba absolutamente fresco y activo. Esas eran las condiciones y por eso me parece la analogía. Y ahora me da mucha esperanza que se pongan los derechos humanos sobre el tapete no solo acá, sino a nivel internacional.
– Justamente Darín contó que en España muchos le decían que les da envidia ver cómo acá se pudo llevar adelante el juicio.
– Totalmente. Yo recuerdo en el año 87, que fui al Festival de Cine de Moscú con La noche de los lápices y un alemán me dijo que si no hubiera sabido que eso ocurrió en la Argentina y que su país vivió el Holocausto, que la película debería estar catalogada dentro del género de ciencia ficción. Y ahora pasa algo similar, porque el mundo se vuelve a asombrar por lo que pasó. Eso por un lado está buenísimo, pero por otro, preocupa.
– La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas la preseleccionó para la próxima ceremonia de los premios Oscar, ¿La ves como una posible candidata?
– Ojalá, porque está haciendo un camino internacional muy importante. En el Festival de Venecia logró el premio de la crítica, que ya es un paso más importante; y en San Sebastián se llevó el premio del público. Con lo cual, llega a la Argentina con dos premios híper importantes. Después va ir a los Goya, que son como los Oscar hispanos, y ojalá que sea elegida por la Academia de Hollywood. Creo que puede llegar a hacer un camino similar a La historia oficial (N. de la R: drama de Luis Puenzo que ganó un Oscar en 1985).
– Más allá de las repercusiones de Argentina, 1985, en las últimas semanas se habló mucho de vos en las redes sociales por tu aparición en She Hulk, ¿cómo lo viviste?
– Victoria (Alonso) me pidió una foto que me gustara. Y unos días después me mandó una captura de pantalla de la edición de la serie, de la cual es productora, y aparecía en una aplicación de citas como modelo, algo que hizo que mis amigos se rieran mucho (se ríe). No fue una gracia así nomás, porque he firmado permiso de exhibición de mi imagen, no lo hice de onda, pero fue una gracia que me hizo mi amiga. Un mimo de aparecer en un producto de su empresa.
– Este año estuviste en la premier de Thor: amor y trueno, acompañando a Victoria, ¿cómo fue esa experiencia, rodeado de estrellas de Hollywood?
– Increíble. Conocí a Natalie Portman, que es una actriz que me vuelve loco desde que era chiquita, porque es súper talentosa. También estuve con Christian Bale y Chris Hemsworth, charlé un rato con ellos en una cena privada de la producción. Son cosas que uno ve en la tele, en internet o lee en una revista, pero que nunca imaginé vivir.
– Y en medio de todo esto, también estás haciendo la obra Un encuentro casual, con Emilia Mazer, en el Teatro Mil80.
– Sí, a mí me gusta hacer de todo: cine, teatro comercial, televisión y también teatro independiente. Lo más lindo para el actor es poder vivir de lo que nos apasiona. Con Emilia nos conocemos hace 35 años, hicimos televisión y cine y esta es la primera vez que coincidimos en el teatro. La obra la escribió ella y decidimos hacerla en una sala de Villa Crespo, que afortunadamente siempre se llena. Nos planteamos hacerla antes de la pandemia, ensayamos por zoom, en algún bar en la vereda… pasamos por todas las etapas de la cuarentena hasta que la pudimos estrenar. Fue el inicio de una nueva etapa, porque lo que vivimos nos ha modificado a todos.