Escribe Pablo Santiago Pelegrí. Deportólogo de la Clínica del Sol del Grupo OMINT.
Una mirada integral del Polo, la salud tras el deporte
Hoy quisiera abordar esa relación minuciosa que tiene el deporte y la salud integral del deportista.
Como rama de la medicina, la Deportología se preocupa integralmente del correcto desarrollo y fomento de la actividad física, tanto profesional como amateur. De esta manera, la salud en el deporte debe ser entendida como una herramienta que ayuda a mejorar el rendimiento, a prevenir lesiones, controlar el desgaste del cuerpo y a mejorar la calidad de vida del deportista o aficionado que lo practica.
En este sentido, cada deporte tiene su exigencia y el Polo no es una excepción. Actualmente, estamos en marco del Abierto Triple Corona 2021, encuentro que reúne a los mejores jugadores del país. Si bien, el Polo es uno de bastiones por los cuales los argentinos somos reconocidos a nivel mundial, se desconoce el cuidado y las exigencias que tiene un polista para cumplir con las expectativas de óptimo desempeño profesional.
El Polo es un deporte integral, completo, exigente y complejo. Bajo una mirada analítica, el campo de Polo en un espacio en donde el jugador hace un gran uso de varios grupos musculares, y suele estar expuesto a frecuencias cardiacas elevadas. Se caracteriza por ser un deporte de intermitencia, acíclico y anaeróbico, es decir, que se define por la ejecución de movimientos forzosos que pueden alcanzar máxima intensidad en determinados momentos.
Este esquema deportivo hace que la preparación física del día a día para un polista sea fundamental, en complementación de un correcto plan nutricional. Al hablar del entrenamiento para un deportista profesional, se parte de una base general en donde se coordinan una serie integrada de ejercicios que ayuden al desarrollo de la fuerza, la flexibilidad, la movilidad y la potencia del jugador. Así mismo, para este tipo deportes se adicionan rutinas diarias que buscan fortalecer los grupos
musculares más utilizados como aductores, cuádriceps, glúteos y a lo que se refiere a la zona media, conocida como core, además de trabajar el sistema aeróbico.
En cuanto a la alimentación, el polista cuenta con un plan basado en el rendimiento y desgaste, es decir, una correlación entre las calorías que gastan con el grupo de alimentos que le otorgan energía necesaria para tolerar todo el esfuerzo físico. De esta forma, se estipula y se considera una dieta que repercuta en una baja cantidad de adiposidad y una masa muscular que compagine con la estructura ósea liviana que caracteriza a un jugador de Polo.
Aunque no contamos con suficientes registros a nivel mundial, en las mediciones realizadas por prestigiosos colegas, se evidencio que la mayoría de los polistas evaluados a través del método Isak, presentó una masa ósea de entre 8 kg y 9 kg y un índice músculo óseo de 4.2 a 4.6 kg músculo/kg masa ósea.
Otro aspecto por considerar, son los riesgos y las lesiones a las que están expuestos los jugadores. Las más comunes que se presentan en la primera instancia deportiva, son aquellas producto de la repetición de gestos motores y la exigencia física. En este tipo de lesiones, los segmentos corporales más solicitados son efectivamente los más perjudicados, pudiéndose producir distensiones/desgarros en los aductores, a nivel del hombro, el síndrome del codo de tenista y muñeca, como también lesiones a nivel cervical y lumbar. Así mismo, existen otro tipo de problemas físicos generados por accidentes, como luxaciones en húmero o fractura de la clavícula.
En el plano profesional, no hay duda, de que el equipo de deportistas debe estar acompañado de un cuerpo médico especializado. Dicho grupo de médicos debe estar complementado por un preparador físico, un Deportólogo, un Nutricionista, un Kinesiólogo y un Psicólogo deportivo. Este grupo interdisciplinario podrá tratar a cada deportista de manera integral y darles el cuidado que necesitan dentro y fuera del campo.